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Seco ha vuelto a ser el arranque del llamado año hidrológico, que va del 1 de octubre al treinta de septiembre. Como igualmente seco acabó el precedente.
En este recién concluido 2017 las lluvias han sido de un15% por debajo de la media histórica en España (que se establece con los datos registrados a partir de 1980). Y muchos cultivos se resienten ya, como pasa en el olivar, que espera una campaña con un 30% menos de cosecha.
¿Qué hacer en años de sequía?
España tiene músculo y experiencia para aguantar un año seco. Los problemas empiezan cuando no es uno sino múltiples encadenados. Y eso es lo que pasa ahora: desde 2013 las lluvias han ido en descenso, bajando la media histórica.
Debido a esto vemos la escasez de reservas de aguas superficiales. Los embalses, según el último dato ofrecido por el Ministerio de Agricultura, estaban esta semana al 38%.
Si bien España ha registrado varios años a lo largo de este siglo en los que ha habido menos precipitaciones, hay que remontarse hasta mediados de la década de los noventa para localizar una reserva más baja en exactamente la misma semana del año. Es la consecuencia de múltiples años seguidos de sequía meteorológica.
En varias confederaciones hidrográficas, los organismos dependientes del Gobierno central que se hacen cargo de gestionar las cuencas y sus embalses, ya hacen cuentas sobre a lo largo de cuánto tiempo está garantizado el consumo humano. Y ese cálculo va acompañado ya de restricciones a los cultivos de regadío o bien, como en el caso del Duero, en situación oficial de sequía prolongada, los ríos son una de las principales fuentes de abastecimiento de los grandes núcleos de población.
Otros problemas por la escasez de agua
Por otra parte, otro problema que causa la escasez de agua es que puede llegar a afectar a las reservas energéticas (producción electricidad hidroeléctrica).
El Ministerio de Agricultura hace un completo seguimiento de las reservas superficiales, los pantanos. No ocurre igual con las masas de aguas subterráneas, los manantiales y pozos que asimismo se están secando y que obligan a abastecer a los pueblos de cuando menos cinco autonomías con camiones cisterna. Galicia, menos preparada para la sequía, es la comunidad más afectada.
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