Sal en los ríos ¿Es posible?

El origen de la salinidad en los ríos puede ser natural, debido a la geología del terreno o bien de la climatología, o antropogénico. O sea, provocada por vertidos domésticos y también industriales, por la actividad minera o por residuos agrícolas y ganaderos, entre otros muchos.

En ecosistemas fluviales de todo el planeta, el exceso de sal en los ríos por la actividad humana es un factor que condiciona la supervivencia de organismos y comunidades, la biodiversidad y el equilibrio ecológico de todo el ecosistema, y genera asimismo efectos de carácter económico y problemas de salud pública.

En el continente europeo, el proceso de salinización de ríos por la acción de las personas se está agravando desde hace años, apunta el director del Conjunto de Investigación Freshwater Ecology and Management (FEM) de la UB, el catedrático Narcís Prat.

“En la llanura del Ebro, debido a las características del suelo y del género de agricultura que se practica, hay ríos aún más salobres que algunos de Australia”, explica Prat, “pero aquí las prioridades en la administración los recursos hídricos tienen poco en cuenta la conservación de los sistemas fluviales y esta cuestión no se corrige”.

Conforme Prat, este tema es todavía más grave en la región de Murcia: “Allí riegan mucho y hay poca agua, y los ríos son salinos por el efecto del exceso de explotación del agua”. En internet hidrográfica catalana estudiada también hay tramos con niveles altos de salinidad.

Específicamente, los expertos han estudiado la salinización de la cuenca del Llobregat con la ayuda del mesocosmos Sostaqua, una infraestructura que se halla en la depuradora de Balsareny.

¿Por qué hay sal en los ríos?

Esta instalación, que recrea las condiciones naturales del ecosistema fluvial fue construida por el grupo FEM de la UB y la compañía Aguas de Barcelona. “Sabemos que el Llobregat está salinizado desde hace cierto tiempo, pero además de la sal, asimismo hay otros parámetros que pueden afectar la calidad medioambiental del agua. En consecuencia, a veces no sabemos qué es lo más importante, si la sal o la polución producida por otros factores”, apunta Prat.

A pesar de la mejora cualitativa del agua del Llobregat, merced a la construcción del recolector de salmueras, que conduce los lixiviados de las explotaciones mineras de forma directa al mar, los especialistas de la UB alertan de que la salinidad es todavía una cuestión pendiente pues el colector no ha resuelto todas y cada una de las dificultades.

Excesos sal en el agua

El exceso de sal, explican los especialistas, asimismo afecta negativamente a la potabilización del agua. Fuerza a implantar, por servirnos de un ejemplo, nuevas tecnologías, como la osmosis inversa, que han encarecido el proceso de potabilización del agua de consumo en las plantas de Abrera y Sant Joan Despí.

Además de esto, el empleo de cloro para potabilizar el agua produce muchos compuestos químicos derivados, como boratos, cloratos, trihalometanos, etcétera, que pueden convertirse en tóxicos para el medio ambiente y la salud.

Según el artículo, las leyes actuales son aún demasiado flexibles con relación a los límites de la concentración salina que pueden tener los ríos. A escala europea, la salinidad tampoco se considera un problema principal y no hay ninguna directiva de regulación.

Efectos en la industria

El factor empresarial e industrial, en numerosos países, prevalece sobre la necesidad de establecer una legislación más restrictiva. En opinión de Miguel Cañedo-Argüelles: “La legislación es todavía un capítulo abierto. No hay conciencia de la gravedad del inconveniente y falta información sobre cómo afecta el exceso de sal en la funcionalidad del ecosistema fluvial”.

Además de esto los efectos del cambio climático global podrían acrecentar aún más la salinidad de los ríos en muchas zonas. Cañedo-Argüelles cree que “es difícil tener modelos sobre el impacto del cambio climático. En comparación con otras zonas del planeta, se espera que en la región del Mediterráneo haya menos precipitaciones, más sequía, más consumo de agua, y por lo tanto, más salinidad en los ríos”.